A finales del siglo XIX se vivió una optimización de proceso industriales que dio como resultado una mayor disponibilidad de bienes de consumo para el hogar y de uso personal. En este contexto, la figura del artesano despertó un nuevo interés y provocó que las imágenes que aludían a su manufactura fueran permeando en todo tipo de disciplinas creativas. Así pues, muebles, objetos cotidianos, joyería, indumentaria, carteles publicitarios, películas, y edificios empezarían a tomar inspiración de las artes decorativas al emplear motivos geométricos limpios, con líneas elegantes y estilizadas.

El Art Nouveau, que había dominado el panorama arquitectónico europeo en las últimas décadas, se encontraba de salida mientras le abría el paso a nuevos estilos como el Expresionismo y el Arts and Crafts. Otras corrientes como la Secesión Vienesa o —dentro de las artes gráficas— el Fauvismo, buscaban nuevas formas nuevas de expresión, que incorporan materiales y recursos plásticos novedosos sin tener que renunciar a la tradición academicista de las Bellas Artes. Esta búsqueda coincidía con la de mayores opciones habitacionales frente el crecimiento demográfico que ocurría no sólo en ese continente sino también en el resto del mundo.

Para un cliente corporativo crecer hacia arriba tenía dos grandes ventajas: por un lado, podría capitalizar sus ganancias al aumentar la ocupación de su predio y recibir mayores ingresos por sus inquilinos, y por otra, la prominencia en el paisaje urbano lo pondría como protagonista frente a otras construcciones y como baluarte del modernismo.

En centros urbanos altamente poblados como Chicago se empezaron a desplantar grandes edificios basados en sistemas estructurales eficientes, dejando las referencias históricas o estilísticas a un lado. Nueva York optó por la misma lógica y para la segunda década de 1900, ya contaba con un número considerable de rascacielos. Esto orilló a las autoridades gubernamentales a lanzar el código de zonificación de 1916,11 Kostof, S. (2010). A history of architecture (p. 709). Nueva York: Oxford University Press. una medida pensada para mantener el crecimiento en altura sin restringir la cantidad de luz y aire dirigidos hacia el espacio urbano. A partir del ancho de la calle y el tamaño de los lotes, los edificios habrían de remeterse a partir de cierta altura en una serie de reveses o retranqueos. Esta aparente limitación se tradujo en una oportunidad para que los arquitectos manipularan el perfil de los inmuebles que estaban diseñando para lograr efectos dramáticos en ellos.

Las obras que respondieron a estas condiciones marcaron el origen del art déco. Éste estilo tomó su nombre de la “Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes” (Exposición Internacional de artes decorativas e industrias modernas) que se llevó a cabo en París en abril a octubre de 1925. Situándose entre la avenida de Les Invalides y el Grand Palais, alrededor de 15,000 expositores de más de 20 países mostraron su trabajo. En ella se combinaron estilos modernos pero con ciertas remembranzas de la antigüedad. La exposición encendió la imaginación de los diseñadores y arquitectos más influyentes de la época quienes se dejaron atrapar por los patrones geométricos, y rígidos que para la época resultaban exóticos y novedosos.

En poco tiempo se desarrolló en la arquitectura un amplio repertorio de formas angulares y curvilíneas. Debido a su obsesión por el ornamento, la composición axial, la policromía llamativa y una suerte de teatralidad consumista este movimiento avanzó en oposición al movimiento moderno. La arquitectura art déco no estaba comprometida con algún estilo histórico y más bien se movía libremente entre una variedad de influencias que iban desde el cubismo hasta el futurismo, de las formas mayas a los patrones egipcios, del la estética de las máquinas fabriles a las volumetrías de la ingeniería aerodinámica. Las edificaciones, principalmente paralepípedos, se conformaban por materiales tanto opacos y pétreos como resplandecientes y brillantes: terracota, vidrio, metal, cromo, latón, terracota y superficies lacadas, barnizadas o enchapadas. Sus adornos adosados a las fachadas y paredes exteriores presentaban rayas dramáticas, zigzagueos, geometrías de cheurón y violentos contrastes de textura.

Durante su apogeo, el art déco representó glamour y exuberancia. El excesivo derroche de lujo mostraba una mentalidad cultural antagónica respecto al industrialismo que había impulsado a los principales portavoces del movimiento moderno. Al mostrarse optimista ante la abundancia de recursos y el potencial mercantilizable de las tecnologías de la época, el art déco sirvió como un puente intermedio entre el modernismo y el consumismo.2 En Estados Unidos se erigieron ‘catedrales del capitalismo’22 Curtis, W. (2013). Modern architecture since 1900 (p. 39). Londres: Phaidon. como el Edificio Chrysler (1929), el Empire State (1931) y el Waldorf Astoria (1939) en Nueva York, la Torre Richfield (1929) en Los Ángeles y la Torre LeVeque (1927) en Columbus, Ohio. Éstos atraían a los transeúntes, los deleitaban y persuadían, manteniéndose en sintonía con la publicidad estadounidense.

Del otro lado del Atlántico los edificios pertenecientes a este movimiento adquirieron una tectónica más horizontal y se apoyaron de iconografía nacionalista. En el Reino Unido se estableció la monumental Fábrica Hoover (1933) acondicionada con luminarias, piso de mármol travertino, ventanas con forma rectangular y de abanico y paredes curvas; así como distintos motivos de inspiración egipcia en pilares, y muros. En París, se construyeron albercas públicas con mosaicos que empleaban motivos decó como la Georges-Vallerey (1924) y la Pontoise (1926). Hacia finales de los 30, se erigieron el Museo de Obras Públicas (1933) de Auguste Perret y el Palais de Chaillot (1937) de Louis-Hippolyte Boileau, Jacques Carlu y Léon Azéma, y el Palais de Tokio (1937) de la Exposición Internacional de París. Portugal tiene algunos de los ejemplos más impresionantes de arquitectura art déco de Europa, entre ellos, el Teatro Eden (1937) en la Praça dos Restauradores de Lisboa y el teatro Rivoli (1937) en Oporto.

Mientras su popularidad iba en aumento, el art decó se exportó rápidamente a otras latitudes. En algunas, permeó en el entorno construido de naciones bajo una influencia impuesta. Tal es el caso de Cuba en donde el general Gerardo Machado estableció acuerdos con el gobierno estadounidense que les daba poder comercial y económico en la isla. En 1925, Jean-Claude Nicolas Forestier, el jefe de planificación urbana de París, se mudó a La Habana y bajo su administración se construyeron algunos de los edificios más famosos como Edificio Bacardi (1930), el Hotel Nacional (1930) y el Edificio López Serrano (1932) diseñado por Ricardo Mira e inspirado en el Rockefeller Center de Nueva York.

En Lima se construyeron edificios déco comerciales como el Aldabas-Melchormalo (1932) de Augusto Guzmán Robles y el Reiser y Curioni (1943). Durante estas décadas, Montevideo se volvió secular y tuvo uno de los gobiernos más progresistas de latinoamérica, abriéndose a tendencias internacionales que influenciaron cientos de edificios como la Dirección Nacional de Aduanas (1925) de Jorge Herran. En Buenos Aires, el Edificio Safico (1933), fue considerada la primera torre art déco de la ciudad. Luego la siguieron el Edificio Comega (1934), el Edificio Kavanagh (1934), y el Teatro Ópera (1939). En Brasil, uno de los principales edificios decó lo ocupó la Estación Central de Brasil (1937).

En África hubo innumerables ejemplos producto del colonialismo. Durante el periodo del protectorado francés, la ciudad de Fez en Marruecos recibió a arquitectos procedentes del  École des Beaux-Arts de París. Para ellos, Marruecos era un buen entorno para todas las formas de nueva creación, así usaron la ciudad para experimentar con el art déco en múltiples construcciones. Por otro lado, durante el brutal régimen belga en el Congo, la ciudad de Bukavu a orillas del lago Kivu se pobló de cientos de autoridades coloniales que ordenaron la construcción de edificios art decó porque retrataban una imagen de una nación moderna y avanzada.33 Bukavu, Africa’s forgotten art deco jewel. (2021). Consultado el 1 de marzo de 2021 desde The Independent El introducir este estilo presentaba a la colonización como un regalo “benévolo” y “civilizador” para los habitantes nativos. Asmara es conocida en Eritrea fue conocida como «la ciudad modernista de África»;44 Art Deco Buildings Make Asmara, Eritrea, a Unesco Heritage Site (Published 2017). (2021). y bajo el dominio italiano tuvo varios edificios déco como el Cinema Imperio (1937).

Es un hecho poco conocido que después de Miami, Mumbai tiene la colección más grande de edificios en estilo art déco.55 Art deco’s lasting legacy in Asia. (2021). Mientras que el Cine Liberty (1947) y otros edificios comerciales se encuentran en barrios al sur de Mumbai como Marine Drive, Colaba y Oval Maidan, el «Bombay déco» también se puede ver en los suburbios residenciales centrales de Dadar y Matunga. El legado art déco de Shanghái se remonta a la década de 1930, cuando era una de las ciudades asiáticas más ricas y vibrantes. Situado en el Bund, el edificio del Cathay Hotel (1929), ahora conocido como Fairmont Peace Hotel, es uno de los edificios más emblemáticos de esta ciudad.

El caso de Napier en Nueva Zelanda es particular ya que sus casi 140 inmuebles en estilo art decó e inspirados en la cultura maorí fueron construidos tras un violento terremoto que arrasó con la ciudad a inicios de los 30.  En Melbourne, existen varios ejemplos como la Mitchell House (1937) se proyectó como un inmueble comercial para la fábrica local de cepillos Mitchell & Co.

El art déco es uno de los primeros estilos verdaderamente internacionales, pero su dominio terminó con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento de los estilos estrictamente funcionales y sin adornos de la arquitectura moderna y el Estilo Internacional. Aunque más adelante, hubo varios revivals del movimiento en ciudades como Miami o Beverly Hills, estos no tuvieron la misma fuerza e impacto inicial y las mismas características que habían hecho popular al art déco al principio —su artesanía, ricos materiales y ornamentos— lo llevaron a su declive.

MÉXICO

Los años posteriores a la revolución significaron para México la oportunidad idónea para buscar y construir una identidad propia. Por un lado, el país venía de una administración de más de 3 décadas en la que el diseño de las ciudades principales y sus edificaciones había sido diseñado por personajes extranjeros que habían importado estilos europeos a México. Por otro lado, un país que se estaba reorganizando después de años de conflictos armados, requería transmitir la idea de un proyecto de nación que se podía construir colectivamente y de forma democrática. Un buen vehículo para forjar esta filosofía nacionalista eran las artes gráficas, la música, el diseño industrial. el cine y la arquitectura.

Los primeros estilos que se vieron en el episodio posrevolucionario fueron el neocolonial y el (menos frecuente) neoindigenista. Éstos fueron usados principalmente en edificios gubernamentales y de carácter público y tras la conclusión del gobierno de Obregón se buscaron nuevas expresiones de lo moderno, esta vez, desvinculadas de las narrativas oficialistas que se venían estableciendo desde las últimas décadas. La apertura ideológica a experiencias europeas y norteamericanas creó un ambiente propicio para nueva imagen en la arquitectura. Durante la época, el concreto armado se promocionaba constantemente como el material más avanzado para la construcción. El polvo mágico había sido catapultado al imaginario colectivo por Federico Sánchez Fogarty publirrelacionista de Cementos Tolteca.

La Revolución Mexicana provocó la migración de poblaciones que buscaban espacios habitables en la Ciudad de México fuera de localidades impactadas por la lucha armada. Esta redensificación constituyó inversiones rentables con lo que viejos ranchos y haciendas –en concreto las localizadas en zonas con buena comunicación al viejo casco histórico de la capital– se fraccionaron. El crecimiento de la ciudad a partir de 1921 fue acelerado debido surgimiento y apoyo paulatino de las primeras inmobiliarias, las “pavimenteras”, el uso del cemento y los primeros bancos y reformas legales, que fueron fundemantales en la fundación de las colonias y con ellos, del incrementó el precio del suelo

La Compañía Fraccionadora y Constructora de la Condesa decidió fraccionar los terrenos de lo que era la pista de carreras de caballos del Jockey Club de México. El trazo de la colonia Hipódromo Condesa (1926), a cargo de José Luis Cuevas partió de un gran jardín –hoy el parque México– cuyos elementos construidos presentaban influencias del art déco. Entre éstos había una torre-reloj con herrajes y campanas para marcar la horae y un foro al aire libre basado con cinco pilares monumentales rematados por  una marquesina y circundados por una pérgola. Alrededor del Foro Lindbergh se dispusieron avenidas semicirculares con amplios bulevares, camellones y glorietas que se acondicionaron con fuentes, bancas y candelabros fabricados con concreto y azulejo, también referenciando este estilo. Estas nuevas construcciones lograron formas modernas con elementos decorativos y con referencias a la tradición prehispánica.

La presencia de tableros verticales, sucesiones de planos, abocinamientos, elementos escalonados, relieves geométricos y herrerías propios del art déco comenzó a apreciarse en edificios de vivienda unifamiliar, edificios plurifamiliares, edificios públicos y privados, parques, iglesias, monumentos, cines y edificios de usos mixtos en colonias como el Centro, la Cuauhtémoc, la Santa María la Ribera, la Doctores, la Roma Norte y Sur, la Condesa e Hipódromo Condesa, la San Rafael y la Tabacalera. Esta última acogió al primer edificio art déco en la Ciudad de México. El Edificio Alianza de Ferrocarrileros Mexicanos (1926) ubicado en la calle de Ponciano Arriaga fue proyectado por el arquitecto Vicente Mendiola en colaboración con Carlos Greenham y Luis Alvarado. A una cuadra, se construyó el Frontón México (1929), creado por Joaquín Capilla y Teodoro Kunhardt, diseñado para competencias de jai-alai y patinaje.

Uno de los edificios más emblemáticos del periodo posrevolucionario fue la Secretaría de Salubridad (1929) ubicado al lado de la Puerta de los Leones del Castillo de Chapultepec. Este privilegiado emplazamiento lo convirtió en el primer edificio dentro de la ruta que tomaría el presidente hacia al Palacio Nacional. Carlos Obregón de Santacilia mantuvo algunos de los distintivos de lo que se entendía como arquitectura mexicana en la época al usar materiales regionales como recinto y cantera y organizar el programa arquitectónico en torno a un patio central con espacios porticados. Las ventanas fueron accesorizadas con elementos metálicos diseñados por William Spratling y la fachada pétrea portaba en sí murales en relieve diseñados por Hans Pillig cargados de símbolos culturales e históricos.

Durante el porfiriato, el arquitecto italiano Adamo Boari diseñó un edificio para el nuevo Teatro Nacional. Su construcción se prolongó por replanteamientos  en el diseño estructural y por exceder el presupuesto inicial. Con el estallido de la Revolución, la construcción fue interrumpida y los trabajos se reanudaron hasta 1928, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal para convertirlo en el Palacio de Bellas Artes (1931). Esta segunda etapa consistió en terminar los exteriores y las fachadas del edificio según el proyecto original y rediseñar los interiores por completo. Éstos adoptaron una estética art déco y se revistieron de materiales como ónix y mármol. Al estilo déco se le sumaron motivos prehispánicos que celebraban al México posrevolucionario. La puerta de la entrada principal del teatro, fue adornada con máscaras de Tláloc fundidas en bronce y a sus costados, asentadas ya en el primer piso, se levantan dos pilares-lámparas que rematan con la máscara de Chaac.

En las cercanías del Centro Histórico se construyó el Centro Escolar Revolución (1934), un conjunto de enormes bloques imponentes ordenados paralelamente, partidos a la mitad por un andador central porticado y dispuestos a 45 grados de la manzana que ocupaban; esta orientación abría espacio para jardines, patios y una plazuela que quedaba como antesala del conjunto.El proyecto de Muñoz, buscaba ser emblemático y tener una presencia triunfante dentro de la ciudad por lo que su arquitectura convergió con el estilo déco y adquirió un carácter único que acentuó su monumentalidad.

Entre los edificios más representativos del art déco se encuentran los que construyó la Fundación Mier y Pesado entre 1929 y 1932. El Ermita (1931), en la esquina de Revolución y Jalisco, fue diseñado por Juan Segura y además de departamentos incluía locales y una sala de cine en la planta baja. Destacan las puertas con marquesinas de concreto, el patio central y los detalles de la decoración interior. A unos metros se construyó el Conjunto Isabel (1929), modelo similar que añade una calle privada con viviendas independientes. En el centro de la fachada hay un diseño a base de círculos y zigzags que Segura repitió en el edificio de Chilpancingo 8 (1930).

Los conjuntos habitaciones en este estilo tenían un acceso central y por lo genera constaban de tres niveles y planta baja. En algunos casos, incluían un patio interior y se transforman en cubos de luz como los edificios Picadilly (1930), San Martín (1931), Lux (1931) y Berta (1932). En otros, como los edificios Victoria (1930) y San Jorge (1931), prevalecía el patio interior, con una fuente o espejo de agua. El Edificio Martí (1931), situado en Sindicalismo 87 e inicialmente llamado “Edificio Jardín”, presentaba en la planta baja era un corredor abierto, pues la propuesta de Francisco Serrano buscaba incorporar la vegetación al espacio habitacional. Se distingue por las terrazas interiores y las escaleras helicoidales con ventanales. Para el más tardío edificio Basurto (1940), Serrano partió de una planta de cruz latina que le dio al edificio vistas hacia todas las orientaciones al perímetro.

El art déco también se asoció a la verticalidad en nuestro país. El Edificio La Nacional (1933), ubicado en la Avenida Juárez de la Ciudad de México fue el primer rascacielos de principios del siglo XX al superar los 50 metros, Eventualmente fue superado por el Edificio Corcuera (1934), también diseñado bajo preceptos déco. Más adelante, se levantó el edificio El Moro, llamado así debido a que sus primeros planos se asemejaban a una tienda morisca. Se le conoce también como La Lotería, porque alberga las oficinas de la Lotería Nacional. Gracias a su cimentación consistente en un medio de flotación elástica, se convirtió en el edificio más alto de la Ciudad de México hasta que fue rebasado por la Torre Latinoamericana, un edificio apegado al Estilo Internacional y ya no al déco.

Desde 1924, José Villagrán ocupó la cátedra de “Composición de Elementos” en la Escuela Nacional de Arquitectura. Su doctrina rechazaba las soluciones estilísticas y en cambio optaba por la “sinceridad expresiva” en los edificios,66 Anda, E. Historia de la arquitectura mexicana (p. 176). éstos debían mostrar al exterior únicamente los elementos físicos utilizados para su conformación. La consolidación de esta teoría devino en el funcionalismo y el movimiento moderno, corrientes contrarias al art déco que alcanzaron su auge a mitad del siglo XX y frenaron el ímpetu con el que el art déco había arrancado.

EL EDIFICIO

Carlos Obregón Santacilia fue uno de los arquitectos más prolíficos de la época posrevolucionaria. Aunque empezó siendo neocolonial, la mayor parte de su obra se apegó al estilo art déco. En 1925 realizó algunos de sus proyectos más importantes: la adaptación para la Cámara de Senadores de la República, el proyecto para prolongar Avenida Chapultepec hasta el Zócalo con el arreglo de la Plaza de la Constitución, y la construcción del Edificio Santacilia y la ampliación y remodelación del edificio de oficinas que se convertiría en el Banco de México. Conocido como La Mutua, el inmueble proyectado por el la firma norteamericana De Lemos & Cordes Architects en 1903, fue comprado a la compañía estadounidense Mutual Life Insurance Company of New York para establecer ahí el banco central del país, inaugurándose oficialmente el 1 de septiembre de 1925 con la presencia del aquel entonces presidente Plutarco Elías Calles

Obregón Santacilia cambió completamente la distribución del edificio y agregó una construcción dos veces mayor que la existente para aumentar sus dimensiones e incluir grandes bóvedas de valores.77 Obregón Santacilia, C. (2001). Pionero de la arquitectura mexicana (p. 51). México: CONACULTA. El arquitecto respetó al máximo la fachada principal conformada por sillares, ventanales y arcos monumentales, conservándola en su estado original y extendiéndola hacia el este y oeste. Su intervención en el cascarón del edificio consistió en acciones mínimas: retiró unas cariátides femeninas ubicadas en las jambas de los balcones del primer piso y bajo el friso, unas cabezas de león centrales que se encontraban en la parte superior, las letras M (de Mutual), unos pináculos a los costados del acceso y el asta bandera de bronce que fue sustituida por una de cantera. Esta simplificación permitía mantener la armonía con las construcciones circundantes como el Palacio de Correos, que a pesar de tener estilos distintos, podían lucir independientemente por mantenerse en proporción con la volumetría del edificio.

El nuevo acceso consistió en una puerta de cristal giratorio que contaba con un nuevo remate escultórico en la parte superior y con rejas corredizas de bronce. En el interior se realizó un espacioso vestíbulo, un mezzanine y una escalinata y se agregaron grandes columnas, plafones, mostradores y faroles diseñados bajo el estilo art déco clásico por lo que se empleó un manejo integral de acabados y ricos materiales como mármoles de gran calidad, ámbares, vitrales, cristales biselados, bronces, latones, maderas finas, y cerámicas que reafirmaban la elegancia del sitio. Los pisos de mosaico italiano en tonos amrillos y rojizos, están ordenados en patrones déco de líneas quebradizas y semi-circulares. Éstos contrastan con el marmol negro del resto del piso; también resaltado por los efectos metálicos de los barandales y las molduras de bronce presentes tanto en el acceso como en los muros.

La sala bancaria es uno de los espacios más suntuosos que existen en nuestro país. Éste consta de tres naves, la central, formada por ocho columnas ochavadas de fustes de marmol negro de Portoro que contienen y bases de mármol de Bélgica, decoradas además con elementos de bronce en estilo déco, semejantes a las volutas del capitel jónico.88 Banco de México. (2021). Consultado el 1 de marzo de 2021. Espacio Arquitectónico WordPress Dos naves laterales de anchos corredores dan acceso a las diversas áreas públicas y de trabajo. Éstas se organizaron en cubículos delimitados por muros de un metro de altura que permitían a los jefes observar desde su lugar a los empleados. La sala de espera, se encuentra en la nave derecha del hall, de tal forma que los clientes del banco podían acceder a ella sin tener que pasar por las áreas de trabajo.

Este nivel se encuentra iluminado por lámparas de latón de forma octagonal que cuelgan de cadenas gruesas. En el vano de la entrada al vestíbulo, se encuentra un reloj déco hecho en bronce sobre marmol de Paonazzo tallado, con forma de sol con pequeños rayos. Éste descansa sobre un gran festón, elaborado a base de hojas vegetales, uvas, espigas de trigo y otros elementos. Al centro de esta área se encuentra el acceso al sótano donde se encuentra la bóveda principal, fabricada por  The Mosler Safe Company.99 Ibid. La cubierta del vestíbulo se apoya en seis grandes pilares de marmol negro. Ésta consta de un plafón de cristal color ámbar con una serie de motivos angulares y geométricos que combinan espigas de trigo y figuras masculinas y femeninas con alusiones a la abundancia.

La escalera original fue reemplazada por una de tres rampas rectas, una central y dos laterales que conducen al mezzanine. Sus escalones están revestidos en mármol negro veteado. Las alfardas de la escalera, también en mármol, contienen a los catorce escalones de la primera rampa que llega al descanso, donde se observa una banca enmarcada por dos jardineras, y una gran lámpara estilo déco que cuelga de un perfil metálico.

Estos interiores lujosos buscan acentuar la prodigalidad de la época. Los materiales refinados coinciden con la paleta de texturas propias del art déco. Bajo estas estrategias, el edificio resulta “adecuado para incorporar un nuevo ‘gusto’ y una nueva ‘calidad’ de masas al flujo caótico del consumo metropolitano.”1010 Garay Arellano, G. (1982). La obra de Carlos Obregón Santacilia Arquitecto (p. 61). México, D.F.: Secretaría de Educación Pública. Dice el autor sobre el edificio que ninguna obra del Art Déco en México alcanzó la calidad de materiales y refinamiento general que El Banco de México. El propio Palacio de Bellas Artes cuyos interiores se realizarían en 1932, sufriría los efectos de una época de restricción económica provocada por la crisis de 1929 que se resintió en todo el mundo.1111 Ibid.

  • 1 Kostof, S. (2010). A history of architecture (p. 709). Nueva York: Oxford University Press.
  • 2 Curtis, W. (2013). Modern architecture since 1900 (p. 39). Londres: Phaidon.
  • 3 Bukavu, Africa’s forgotten art deco jewel. (2021). Consultado el 1 de marzo de 2021 desde The Independent
  • 4 Art Deco Buildings Make Asmara, Eritrea, a Unesco Heritage Site (Published 2017). (2021).
  • 5 Art deco's lasting legacy in Asia. (2021).
  • 6 Anda, E. Historia de la arquitectura mexicana (p. 176).
  • 7 Obregón Santacilia, C. (2001). Pionero de la arquitectura mexicana (p. 51). México: CONACULTA.
  • 8 Banco de México. (2021). Consultado el 1 de marzo de 2021. Espacio Arquitectónico Wordpress
  • 9 Ibid.
  • 10 Garay Arellano, G. (1982). La obra de Carlos Obregón Santacilia Arquitecto (p. 61). México, D.F.: Secretaría de Educación Pública.
  • 11 Ibid.

Más allá del Art Déco

*  Investigación para exposición externa
¬  Museo Banco de México
∞  febrero 2021